Almuerzo en Domselaar

Los integrantes de la familia Gaspar inician sus vacaciones. En un momento pierde el camino hacia el destino turístico y no hay mapa caminero ni GPS que los pueda ayudar a retomar su ruta. Por fin comprenden que están perdidos en los inexplorados senderos de tiempo y toda esperanza de retornar se escurre como la arena de un viejo reloj...; Cuando conocemos una historia sabemos que se trata del relato de algunas circunstancias que han ocurrido en el pasado, de modo que podemos conjeturar sobre las variantes que la parcialidad del relator les haya estampado, o dudar de la autenticidad de sus palabras. Esta particular historia, que ocurrió -o sucederá- en Domselaar, no indaga acerca de las posibilidades, sino que nos trae la contingencia de un pasado variable. Es como decir que ni siquiera el pasado está escrito. No se trata, entonces, de creer o no creer que lo que aquí se ventila haya sucedido o vaya a suceder en realidad, sino de comprender que el tiempo no fluye como un curso de agua, no respeta los postulados de la ley de la gravedad, nunca es absolutamente lineal...; A los Gaspar, Domselaar los tiene (¿los tuvo?, ¿los tendrá?) atrapados en la trama de un pasado imposible y cruel. Lector: si alguna vez pasás por Domselaar y se te antoja visitarlo, primero deberías leer esta narración -que no tiene más méritos que el tratarse de una remota posibilidad-, y pensar que el solo hecho que este libro haya llegado a tus manos, de alguna forma podría ser revelador. Luego podrás decidir.